sábado, 1 de junio de 2013

¡Huele a podrido!


CHANCHONADA  84º

¡Huele a podrido!



Hay una tesis que sutilmente emiten los políticos y también los periodistas que tiene en nómina: "La corrupción de los políticos es un reflejo de la sociedad"; esta tesis es falsa, pues la verdad es justo lo contrario. Los políticos, tras corromperse hasta la nausea y el delito, han contaminado e infectado la sociedad, después de convertirse ellos en aprovechados, vagos, pillos y hasta delincuentes, quieren hacernos a nosotros los culpables,… ¡¡Vaya caraduras!!.

                El Sr. Solchaga (ministro de Hacienda de varios gobiernos socialistas durante los 80) decía: "España es el país donde uno puede hacerse rico en menos tiempo”. Claro que no decía que esta opción solo era para los “amigos del partido”; ellos, los socialistas habían modernizado el clientelismo político. De esta forma se lanzaba durante décadas con cierta sutileza el siguiente mensaje: "Lo verdaderamente importante es ser amigo del poder"; claro que el poder eran los grandes partidos como el PSOE, PP, CiU, PNV,...

En los pueblos, la nueva moral se abría paso con alcaldes que daban trabajo a sus amigos y repartían subvenciones a los que le votaban (y no vamos a poner nombres, pues aún hoy hay alcaldes que siguen actuando de esta manera). La gente percibía que aquellos eran los nuevos señoritos, los sustitutos de los antiguos caciques, que también daban trabajo a cambio de votos y sometimiento. De esta forma nació “el festival de la corrupción”, empezó a crecer y a extenderse. Los sindicatos demostraban que no eran inmunes, pues sus élites lograban "liberarse", lo que significaba cobrar sin trabajar. Los políticos demostraban cada día, que estar cerca del poder era la mejor inversión. Los empresarios se hicieron pelotas para conseguir contratos y aprendieron a "camelarse" a los cargos con comisiones para "lubricar" la máquina político-administrativa; mientras unos tipos osados, con mucho poder y más caradura, pedían descaradamente "dinero para el partido" a los que obtenían contratos públicos, concesiones y subvenciones.

La corrupción empezó a descender como un torrente desde arriba hacia la base, desde el poder hasta el pueblo; corrompiendo a una sociedad recién entrada a la democracia, que aún no había levantado defensas de inmunidad contra el “virus de la corrupción”, sin saber que también dentro de la democracia podían cobijarse los canallas, maleantes y otros malhechores similares. Después llegaron los primeros escándalos y la gente empezó a asustarse del monstruo que había anidado dentro del sistema; pero muchos, que ya estaban dentro de este aparato político-administrativo-empresarial corrupto comenzaron a planificar la protección y ocultamiento del mismo.

El paso siguiente fue el del perfeccionamiento de los sistemas de robo y saqueo de los fondos públicos. Los políticos y sus partidos, donde estaba el núcleo de la enfermedad, aprendieron a ocultar sus huellas y a robar sin dejar pistas. Los ayuntamientos neutralizaron a los interventores; los tribunales de cuentas fueron “castrados”, mientras la justicia era politizada y los medios de comunicación comprados con generosas subvenciones, todo ello con un único fin: el rumor de la rapiña jamás llegar a la opinión pública. Entonces, ya sin testigos molestos y con la impunidad y el silencio prácticamente garantizado, se hicieron las grandes operaciones, sobre todo el saqueo de las cajas de ahorro, que produjeron a los ladrones y a sus cómplices beneficios de decenas de miles de millones de euros. Desde el poder, se perfeccionaron mil formas de robo y saqueo de las arcas públicas en beneficio de partidos y de ladrones con carné: subvenciones trucadas, concursos públicos amañados, oposiciones orientadas para que las ganaran los amigos y familiares, creación de cientos de empresas públicas e instituciones para colocar a los amigos, comprar voluntades, control de los medios de comunicación a través de la publicidad y las subvenciones,… y otros pactos inconfensables.

Más de media España se merece lo que hoy padece; parte de los españoles llevan décadas luchando para convertirse en esclavos. El grito "¡Dales caña, Arfonzo!", con el que los imbéciles alentaban a Alfonso Guerra, un violador reiterado de la democracia, fue una clara muestra de la podredumbre que florecía. Donde apenas existen ciudadanos y sí multitudes de aspirantes a borregos y esclavos fanatizados, capaces de adorar a políticos de gran bajeza; que han olvidado el concepto de "servicio público", se han convertido en reyezuelos, son adictos incurables del coche oficial, de las cosas ajenas y del saqueo de las arcas públicas, tienen por única ideología aprovecharse de los bienes públicos.

Pues de la gran crisis que hoy sufre este país, una parte muy importante del problema son los incontables políticos-funcionarios-empresarios corruptos que hay, son un auténtico cáncer en estado de metástasis avanzada, que ha llevado la necrosis a partes del organismo. El cáncer no se cura con aspirinas, ni con jarabe para la tos,… se necesita una multi-terapia de choque: extirpar el tejido canceroso, someterlo a dosis fuertes de quimioterapia (condenas judiciales), y dosis de radioterapia (periodistas independientes que expongan a la luz pública los casos de corrupción).


Mirador do Monte Ancos, a 1  de Xuño do 2.013.

Aldo  Loroso  Picor.  Doctor y Profesor Universitario de Dermatología (Hygiene; Colorado; USA)




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