CHANCHONADA 19º
Fraude fiscal perpetrado por los más ricos
El
fraude fiscal es la acción que realiza el contribuyente cuando no paga los
impuestos que debería pagar a Hacienda acorde a la legislación vigente. Un
fontanero que emite una factura sin IVA está cometiendo fraude fiscal. También
lo está cometiendo una gran empresa si declara a Hacienda menos beneficios de
los que en realidad obtiene. ¡¡Hay muchas otras formas de evadir impuestos!!.
En
todos los países se comete fraude fiscal, porque para el Estado es
prácticamente imposible controlar todas las esferas de la economía (pensemos lo
difícil que es descubrir si un fontanero ha emitido una factura con IVA o sin
IVA a un cliente). Pero en algunos países se evaden más impuestos que en otros.
Y España, según numerosas y diversas estimaciones, es uno
de los países donde más fraude fiscal se comete. Según lo
organización internacional “Tax Justice Network”; España ocupa el 10º lugar en
el ranking mundial de fraude fiscal en cantidad total.
Un
informe del año 2.012 del Sindicato de Técnicos del Mº de Hacienda, el fraude fiscal español supone aproximadamente un 23%
del PIB, mientras que la media de la Unión Europea ronda
el 13%. Lo cual deja en un lugar muy preocupante al Estado español. Es
evidente que el dinero que no recauda el Estado, es un dinero que no se puede
dedicar a sanidad, educación, prestaciones sociales, obras públicas,… pero ese
dinero el Estado lo debe pedir prestado para intentar mantener unos gastos que
ya están presupuestados. Es decir, cuanto más fraude fiscal exista, menor será
la capacidad del Estado para mantener (o aumentar) gasto público y mayor será la
necesidad de aumentar la deuda pública.
Alguien
podría pensar que en momentos de crisis es incluso sano que el Estado no agobie
a los ciudadanos con la recaudación de impuestos, puesto que hay muchas
personas pasándolo muy mal y si se les forzara a cumplir con las obligaciones
tributarias terminarían por hundirse económicamente. Esto es cierto
para muchas familias de renta baja, autónomos y pequeñas empresas que andan con
la soga al cuello. Pero no para muchas familias de renta alta, o grandes
empresas, que tienen recursos de sobra para cumplir con las obligaciones que la
ley establece. Además, y esto no es ninguna sorpresa, quienes
más impuestos evaden son precisamente estas grandes fortunas y grandes
empresas.
El
informe del año 2.012 del Sindicato de Técnicos del Mº de Hacienda, establece
la siguiente tabla sobre los defraudadores al sistema fiscal:
Grandes
empresas y grandes fortunas: 71,77%
Pequeñas
y medianas empresas: 17,05%
Autónomos: 8,59%
Asalariados: 2,59%
Casi
3/4 partes del fraude fiscal total corresponden a las grandes fortunas y a las
grandes empresas. Luego ya
tenemos dos motivos para combatir este tipo de fraude: por un lado las grandes
fortunas y las grandes empresas son quienes más impuestos dejan de pagar, y por
otro lado son precisamente quienes se pueden permitir el pago de los mismos en
mejores condiciones. Perseguir el fraude de pequeños empresarios puede ser
injusto y además ineficaz, pero no es así con el fraude de los peces gordos.
Sin
embargo, y a pesar de lo razonable y lógica que resulta la conclusión a la que
hemos llegado; ningún gobierno
español ha mostrado interés en controlar y vigilar los impuestos que evaden
estos agentes económicos. Y por la enorme distancia que separa lo
enunciado por estos gobernantes de la realidad, estamos en condiciones plenas
de afirmar que mienten intencionadamente.
1º) Para empezar, ni el Ministerio
de Economía y Hacienda, ni la Agencia Tributaria tienen una cifra oficial del fraude
fiscal español (y mucho menos de quienes lo cometen). Pero desde
el año 2004 no se ha realizado ningún estudio oficial de este tipo, lo que
demuestra el escaso interés de los sucesivos gobiernos por disminuir el fraude
fiscal.
2º) Los recursos que han destinado
los gobiernos a investigar el fraude fiscal español son notablemente escasos e
insuficientes. En España hay un inspector por cada 1.680
contribuyentes, cinco veces inferior a Francia y Alemania. Esta escasez de
recursos se debe a una cuestión política y no técnica. No tiene sentido
argumentar que no hay dinero para contratar a más inspectores, ya que ese gasto
inicial se vería sobradamente recompensado con los ingresos que se obtendrían
por el hecho de combatir mejor la evasión de impuestos. Es decir, si no se destinan más recursos a la lucha del fraude es
porque no hay interés, no porque no sea rentable.
3º) Cada vez se destinan menos
presupuesto a combatir el fraude fiscal. El presupuesto asignado
a la Agencia Estatal
de Administración Tributaria se reducirá en 2013 un 7,7% respecto al ejercicio
anterior. Resulta muy curioso escuchar a los gobernantes decir que se
esforzarán al máximo por combatir el fraude fiscal a la vez que retiran
recursos y medios para combatirlo.
4º) El 18% de esa reducida plantilla
de Inspectores de Hacienda se dedica a la investigación de fraudes en lo que
respecta a las grandes empresas, en las cuales hemos visto que
se producen la mayoría de las irregularidades. El resto de la plantilla, la inmensa mayoría (el 82%), investiga a autónomos,
pequeñas empresas y trabajadores, que no suponen ni el 30% del fraude total.
Una asignación que no parece muy coherente si lo que se busca es combatir el
fraude y además combatirlo de la forma más eficaz posible.
5º) A los grandes defraudadores se les dan facilidades,
que van desde aplazamientos en el pago que no tuvo lugar, hasta la simple
condonación total de la sanción que deberían abonar (a menudo
multimillonarias). Es decir, cuando el gran defraudador es
pescado, se le concede tiempo para que pague lo que no pagó en su día y se le
perdona la multa que debería pagar por haberse saltado la ley.
Delinquir les sale gratis. Algo que jamás ocurre, por ejemplo, cuando un
ciudadano medio es descubierto ocultando información en la declaración de su
renta.
6º) La amnistía fiscal.
Procedimiento inconstitucional por el cual se invita a los delincuentes
fiscales a depositar en las arcas públicas una pequeña parte de lo defraudado a
cambio de que el resto sea perdonado y olvidado para siempre. Sobra
decir que los beneficiados de esta medida son las grandes empresas y fortunas
que utilizan en sus actividades paraísos fiscales. Mientras los que han
cumplido la ley a rajatabla y pagado sus impuestos religiosamente no reciben
ningún trato especial, los que se la saltan son perdonados a cambio de una
limosna.
Toda
la evidencia posible demuestra que los gobernantes no tienen ningún interés en
combatir el fraude fiscal perpetrado por los más ricos. Y no solo eso, sino que además intentan por todos
los medios sacarles las castañas del fuego cuando por algún motivo han sido
cazados. Esta constatación, refuerza la idea de que nuestro régimen político
dista mucho de ser una democracia verdadera. En una democracia real, donde el
poder reside en el pueblo, no puede ocurrir que los más ricos se salten las
leyes impunemente bajo el beneplácito de los gobernantes.
Pero
lo que ya es colmo, es que auténticos defraudadores de impuestos se encuentren
en las altas direcciones de los partidos políticos; esto es como tener a los
zorros vigilando el gallinero. Por desgracia en nuestro ordenamiento penal, los
delitos fiscales son considerados como acciones delictivas menores.
Mirador do Monte Ancos, a 20 de Xaneiro do 2.013.
Aquiles Cuatro Verdades. Profesor de Derecho Fiscal Internacional en la Universidad de Joder (Condado
de Sioux, Nebraska; USA).
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