Ladrar y criticar.
Muchas veces
hemos escuchado la frase: “Ladran
Sancho, luego cabalgamos”; o sus diferentes
variantes, todas ellas atribuidas a Miguel de Cervantes en su obra
“Las aventuras del ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha”.
La verdad, es que en nuestra época de bachiller tuvimos que leer
diferentes capítulos de esta obra; pero nunca acertamos con el
pasaje ese donde los perros le ladran al caballero Don Quijote y a su
escudero Sancho Panza,... el que más se acerca, es cuando ambos
visitan la villa del Toboso,... pero aún así no existe tal frase.
Resulta, que
una mentira repetida mil veces, para mucha gente se transforma en
verdad; pero no deja de ser una mentira que se ha repetido mil y una
vez,... y sigue siendo una mentira. La citada frase, “Ladran
Sancho, luego cabalgamos”; NO EXISTE en la obra del Quijote de la
Mancha; Miguel de Cervantes NUNCA la escribió.
Existen
diferentes variaciones de la frase; algunas en España y otras en
países de América,... ¿porqué?. Lo que más se aproxima a esta
frase es un poema (de 1.808) del poeta romántico alemán Goethe.
Luego, hay otra versión, sobre que la frase está incluida en una
película de Orson Wells sobre el Quijote,... Lo importante es
que la frase no es de la autoría de Miguel de Cervantes, y por lo
tanto no está en el Quijote.
La cita en
concreto tiene mucho mensaje profundo; superficialmente hace
referencia a las personas que hacen caso omiso de las críticas; en
la frase hay un desprecio absoluto hacia los críticos, al
asemejarlos con los perros; claro que despreciar las críticas
muestra una posición arrogante del protagonista.
Las críticas
pueden ser buenas o malas, ser constructivas o destructivas;... pero,
es bueno pararse un momento a escucharlas, reflexionar sobre ellas,
siempre se aprende más de las críticas que de las loas.
Quien tiene miedo a las críticas, muestra su debilidad ante los
demás; lo que hace es una escapada de la realidad; pero la realidad
siempre está ahí.
Ante
nuestras obras, hechos, dichos,... nosotros tenemos que ser los
primeros en reflexionar sobre ellos. Valorar el costo del trabajo
hecho y el beneficio de lo logrado; ponderar si el camino y las
formas fueron las más adecuadas, valorar otras opciones,...
Reflexionar sobre las críticas, y también sobre los críticos; pues
podemos coger de ellos otros puntos de vista que nos son ajenos,... y
de ellos también se aprende.
Ahora bien,
despreciar las críticas y seguir adelante ignorándolas; es similar
a un alumno que va de suspenso en suspenso, sin aceptar que lo hace
mal, y que la culpa es del profesor, del método de enseñanza, del
sistema educativo,... El equivocarse forma parte de la
condición humana, rectificar es una buena señal que indica
sabiduría y madurez; mantenerse en el error es señal de necedad.
Las críticas
buenas o malas de nuestros amigos y adversarios, nos quitan la venda
de los ojos, y así de esta manera sabemos si cabalgamos sobre un
caballo de verdad, o estamos a lomos de un Clavileño (caballo de
madera que montan Don Quijote y Sancho, ambos con los ojos vendados).
Lamentablemente,
nuestros políticos en activo no les gusta nada que les critiquen;
incluso también algunos que ya no están en activo, aún llevan mal
que les recuerden sus tiempos pasados.
Como dijeron
nuestros admirados “Les Luthiers”: “errar
es humano, pero echarle la culpa a otro, es más humano todavía”.
Claro, que nosotros también tenemos muy presente otra de sus grandes
frases: “lo importante no
es ganar, sino hacer perder a los otros”.
Mirador do Monte Ancos, a 18 de Agosto do 2.014.
Pedro
Alemán Francés.
Profesor de Arameo Clásico en la Universidad de Porrera
(Tarragona; España).
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